martes, 18 enero 2011, 17:12
'I'm Still Here', el falso desfase de Joaquin Phoenix
En la categoría: Actores
Joaquin Phoenix es un actor diferente. Siempre ha sido así. Incluso su nombre parece que desentona, por convencional, entre sus hermanos River, Summer, Rain y Liberty. En su momento, pareció que llegaba a la interpretación más por obligación que por devoción, fundamentalmente para continuar la tarea que su famoso y admirado hermano, el fallecido River, no pudo concluir. Desde el principio se centró en papeles poco convencionales. Un físico muy particular y una manera de enfrentarse a la cámara que parecía más deudora de James Dean o de Montgomery Clift que de los actores de su generación le auguraban una carrera de difícil recorrido. Pero él ha sabido reinventarse y coger las riendas de su carrera a tiempo, decidir el qué, el cómo y el cuándo y, su mayor logro, no morir en el intento.
Tras un puñado de buenas películas que contaron con el beneplácito de crítica y público, Joaquin empezó a sufrir el síndrome de la 'estrella atormentada'. Es un virus que no se sabe muy bien cómo se inocula, pero que resulta fulminante en la mayor parte de los casos. Había conseguido su lugar en Hollywood, se había convertido en un actor respetado y sus películas funcionaban bien en taquilla. La maquinaria, que parecía bien engrasada, empezó a dar muestras de agotamiento cuando se suponía que lo mejor estaba por llegar.
De repente, todo se volvío patas arriba. Una noticia se coló en los noticiarios de las televisiones estadounidenses: Joaquin Phoenix dejaba la interpretación y se pasaba al mundo del Hip Hop. Parecía una broma privada a la que se le había dado demasiado eco. La cosa empezó a tomar cuerpo cuando Joaquin empezó a comportarse en público como un tarado, entrevista con David Letterman incluída, y dio un giro radical a su imagen: adiós al agua y jabón. El cambio físico era la punta de un iceberg podrido en su interior.
Pronto se convirtió en el centro de las burlas de sus compañeros de profesión. Parecía un blanco fácil para demostrar que la fama, el éxito y el dinero no dan la felicidad. El hermano de River había decidido tomar una autopista hacia la autodestrucción acompañado del también actor Casey Affleck como único notario de una situación que parecía que acabaría mal. Muy mal.
Los dos amigos, y cuñados, decidieron filmar, cámara al hombro, el inesperado giro de la carrera del protagonista de 'En la cuerda floja' hacia el mundo de la música. Un salto sin red para el que Joaquin no estaba preparado. El resultado: 'I'm Still Here'. Se trata de un falso documental en el que se ve la verdad desnuda de una estrella buscando sentido a su existencia. Esto, que suena tan farragoso, se deja ver desde el minuto uno en una película imprescindible que demuestra que, en ocasiones, la mejor manera de no convertirse en un imbécil es actuar como tal.
Durante algo menos de dos horas vemos a Joaquin Phoenix viviendo una vida de mierda. Convertido en una caricatura de sí mismo y provocando las naúseas de los paladares más exquisitos. Un descenso a los infiernos donde drogas, prostitución y Hip Hop convergen en un batido de imposible digestión y en el que muchos rostros conocidos del cine y de la música se dejan ver en un improvisado, pero pefectamente medido, museo de los horrores. Un golpe de (falsa) realidad donde cada situación absurda supera a la anterior hasta formar un puzzle perfecto y extrañamente bello.
El año perdido de Joaquin Phoenix es la obra más grande de un actor que, finalmente, ha dejado atrás su pasado.