miércoles, 2 marzo 2011, 17:14
Ricky Gervais y la resaca de los Oscar
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Pasaron los Oscar. A falta de un enfrentamiento entre el presidente de la Academia de Cine y el responsable de cultura de la administración Obama que pusiera un poco de pimienta a la noche, tuvimos que conformarnos con una Gala aburrida por obra y gracia de una pareja, Anne Hathaway y James Franco, con menos química que las creaciones del recordado Santi Santamaría. Pocas sorpresas para una noche en el que competían varias cintas de altísimo nivel. La nota patria la puso nuestra pareja favorita, Bardem y Pé. O, lo que no es lo mismo aunque lo parezca, Pé y Bardem, que siguieron dando muestras de su simpatía siempre y cuando estén, al menos, a 4.000 kilómetros de España.
Fue una noche curiosa. Se echó de menos un maestro de ceremonias tipo Ricky Gervais. Aunque cualquiera hubiera resultado más acertado que James Franco. Si el bueno de Bob Hope levantara la cabeza hubiera zarandeado, sólo para sacarle de ese sopor contagioso, al protagonista de '127 horas'. Anne Hathaway dejó de tirar del carro a mitad de la gala. Su compañero se había quedado sin batería y no había pilas alcalinas a mano. Qué pena.
Antes de la gala varios se frotaban las manos. 'El Discurso del Rey' había arrasado en medio mundo pero, en una noche históricamente propensa a sorpresas, todo podía pasar. No falló y el excelente film de Tom Hooper ganó cuatro de los galardones más importantes (Película, Actor. Director y Guión). Natalie Portman aseguraba uno de los Oscar de calidad, cualquier otro resultado hubiera sido un escándalo, para 'Cisne negro', la cinta de Darren Aronofsky, uno de los grandes derrotados de la noche. Un sonriente Bardem aceptó de buena gana que un Colin Firth, incluso más 'british' de lo esperado, hiciera buena la quiniela. Para concluir, los secundarios de 'El Luchador', Christian Bale y Melissa Leo, recogieron sus relucientes galardones. La estupenda actriz que interpretaba a la estresante madre de Bale y Walhberg en el fim de David O. Russell protagonizó uno de los mejores momentos de la noche gracias a la simpatía y saber hacer del mítico Kirk Douglas, que demostró que la experiencia es mucho más que un grado. Que aprendan las nuevas generaciones.
En definitiva, una noche con grandes películas y pésimos maestros de ceremonias. Tampoco tenemos noticias de que nuestra compatriota Paz de la Huerta se hubiera presentado con el mismo nivel de alcohol en la sangre que en la pasada edición de Los Globos de Oro. Por lo menos, ya que el vástago de Pilar Bardem no trajo el Oscar bajo el brazo, en algo hemos salido ganando.
Por cierto, ya es oficial: empieza la cuenta atrás para la próxima edición.
