lunes, 14 marzo 2011, 20:02
Las verdades de Torrente
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Cada cierto tiempo, más pronto que tarde, aterriza en nuestras pantallas una nueva entrega de las aventuras de Torrente. La taquillera saga de Santiago Segura se ha convertido en un paradigma de nuestro cine. Desde el inicio, el director, actor y productor no escondió el ADN de unas películas pensadas, diseñadas y realizadas con el principal propósito de entretener al espectador contemplando una simple máxima: aquí vale todo.
Torrente se ha convertido en un clásico. Sirve como arma arrojadiza para hablar de la (dudosa) calidad de nuestras producciones pero también y, sobre todo, para conseguir que cada una de sus entregas, ya cuatro, maquillen la recaudación anual para elevar la cuenta de resultados del cine español.
Sin duda, Santiago Segura ha hecho de su talento una máquina de fabricar dinero. Los 10 millones de euros que han costado las aventuras en 3D del casposo personaje son la mejor inversión española de los últimos tiempos, por encima de cualquier negocio de Amancio Ortega o de la futuras fórmulas de financiación que dentro de 40 años presentarán, tiempo al tiempo, los herederos de Ruiz Mateos en la ¿'Novísima Rumasa'?
Torrente se ha presentado en sociedad con 666 copias. No es casualidad. Los empresarios del sector saben qué es lo mejor para sus bolsillos. Se estrena como una gran producción estadounidense porque a efectos de taquilla estaba claro que lo sería. En su primer fin de semana ha sacado siete millones de recaudación a su perseguidor, 'Rango', la estupenda película de animación. Era de esperar. Basta con dejar el manido tema de la Guerra Civil a un lado y buscar una historia que, con premeditado mal gusto, enganche hasta a los paladares más selectos.
Hagamos un ejercicio de justicia y felicitemos a Santiago Segura por su nueva entrega, al director de su banco, sin duda un tipo feliz y, por encima de todo, al cine español. A José Luis Torrente se le odia o se le odia, pero todo el mundo quiere verle. Que dure.