miércoles, 22 febrero 2012, 12:34
No habrá paz para Almodóvar
En la categoría:
La Gala de los Goya sigue sin levantar cabeza. Lo esperado, vamos. Eva Hache demostró que lo suyo no es la conducción de un programa y sólo Santiago Segura supuso un soplo de aire fresco en una nueva edición para olvidar. Lo mejor, sin duda, el esperado y justo éxito de 'No habrá paz para los malvados', que adelantó por la derecha y sin intermitentes a la piel de Almodóvar, cuyas gafas oscuras le daban un aspecto a caballo entre Cíclope, esperemos que sin sus devastadores poderes, y un Ray Charles recién levantado. Intento fallido, las lentes no consiguieron ocultar el mal rato que pasó al darse cuenta del buen rollo que desprendía el tándem Urbizu-Coronado.
'La gran noche del cine español', como se suele bautizar a este evento, debería replantearse muchas cosas. Quizá lo mejor sería contratar a una docena de patinadoras que recorriesen la platea entregando los goyas en menos de 10 minutos a los afortunados ganadores. Seguro que así nos ahorraríamos un puñado de surrealistas discursos que dejan el listón por los suelos. Luego que le den a Santiago Segura 30 minutos para que diga lo que le dé la gana y así todo el mundo saldrá con la sensación de haber pasado un buen rato.
Esta edición, la primera bajo el mandato de Enrique González Macho, se presentaba como la más austera de la historia. La situación acutal del país no invitaba a grandes fastos y había que predicar con el ejemplo. Pero el ejemplo, estaba mal enfocado. El ejemplo debería ser las Galas que presentó Buenafuente en 2010 y 2011. Ágil, amenas, ajustadas... En fin, lo que tiene que ser un espectáculo de este tipo. Pero no, cada año hay que inventar y, a pesar de que esta estaba producida por El Terrat, la cosa no funcionó.
Pasaban los minutos y la monotonía se adueñaba del recinto. A pesar de que la audiencia televisiva, con un 23.3% de cuota de pantalla y 4,1 millones de espectadores, no daba la espalda nuestras estrellas no iluminaban como era de esperar y sólo la triste aparición de un espontáneo en el momento que una densa Isabel Coixet recibiá su Goya despertó del letargo a más de uno. No se trata de hacer comparaciones con los Óscar, ni con los Bafta, ni con los Cesar, ni con... se trata más bien de buscar una fórmula que funcione mínimamente bien y lograr que aquello no parezca la fiesta de fin de curso de 1º de la ESO.
En cualquier caso, dejo una idea de cara al próximo año: que la Academia le haga una oferta a Billy Cristal.