viernes, 16 marzo 2012, 13:49
Cuando lo peor es el final
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Muchas películas nos dejan mal sabor de boca por un pésimo final que convierte todo el metraje anterior en una mera anécdota. Entre el productor, el director y la estrella de turno un buen epílogo se puede convertir en una mala digestión. En muchos casos, la coherencia es lo de menos, lo importante es que la taquilla responda y, si hay que hipotecar un final coherente y realista, se hace y punto. Y final, claro.
1. Cualquier película de Spielberg: El hombre, estupendo director, no sabe cómo acabar las películas si no pone un empalagoso, y muchas veces increíble, final feliz. Es superior a sus fuerzas. Películas que piden a gritos terminar de manera sobria e implacable, acaban edulcoradas de manera artificial. Como muestra tres botones: Salvar al soldado Ryan, I.A. y La Guerra de los Mundos.
2. Bambi: Por una vez vamos a pedir otro final más amable. Pero en qué estaban pensando cuando escribieron ese guión que acaba dando matarile a la madre de Bambi. Por favor, que esos finales dan pábulo a la teoría de que Walt Disney era de Murcia. Acaso los tres cerditos acaban en un horno de leña o Caperucita ultrajada por el Sr. Feroz. Por favor, recapacitemos.
3. El origen del planeta de los Simios (2001): Por qué narices no han dejado en paz el clásico rodado por Franklin J. Schaffner en 1968 protagonizado magistralmente por Charlton Heston. No, había que volver al tema de los monos con Mark Walhberg haciendo lo imposible, sin conseguirlo, por resultar creíble. ¿El final? Pues hubiera sido mejor que 20 minutos antes hubieran sacado los títulos de crédito.
4. Ciudadano Kane: Orson Welles era un genio. Eso no se discute. Pero la sobrada que se pegó para terminar esta magistral película es de órdago. El final, cuando aparece por primera vez las palabras 'Rosebud', fue la puya definitiva al magnate de los medios de comunicación Randolph Hearst, del que se dice que llamaba así cariñosamente a las parte más íntima de su amante. Ficción o realidad, sólo Mr. Arkadin lo sabe.
5. El sexto sentido: El insufrible M. Night Shyamalan se presentó en sociedad con este estimable film. El giro final, esperado y simplón, no está a la altura de una historia por momentos cautivadora donde brilla la relación entre Bruce Willis y Haley Joel Osment.
6. Náufrago: El memorable trabajo del siempre irregular Tom Hanks se ve oscurecido por un final poco creíble y demasiado previsible. Lo mejor hubiera sido que el tipo se hubiera ahorcado con su propia barba del árbol que presidía la solitaria isla. Cualquier otra cosa convierte la película en ciencia-ficción.
7. Collateral: Un buen cineasta como Michael Mann jamás debería haber rodado ese final. Si ya muchas partes de la misma resultan poco creíbles, la traca de despedida es para nota. Que en los primeros quince minutos no le hubiera metido un tiro entre ceja y ceja el personaje de Cruise al de Foxx ya chirriaba. A partir de ahí...
8. No country for old men: Los hermanos Coen son unos tipos muy hábiles. Se manejan bien por Hollywood sin, en apariencia, hacer demasiadas concesiones en sus producciones. Bueno, a lo que íbamos. NCFOM es una película mediocre, menos para Bardem, que deja claro que cuando no sabes cómo acabar, lo mejor es dejar un final abierto y que cada uno se haga su película. Eso que te ahorras.
9. Pretty Woman: Ese final tan amable es menos creíble que el Fary en Melrose Place. Si alguien cree que un atractivo tiburón de las finanzas como Gere acaba en feliz maridaje con una prostituta de saldo lo mejor que puede hacer es ingresarse voluntariamente en la López Ibor y pedir que cierren la puerta por fuera y tiren la llave.
10. Las películas porno en la que los protagonistas acaban casándose: Qué peor final para este texto que acabar con este con este décimo punto tan chabacano. No puede haber peor final.