viernes, 16 marzo 2012, 13:49
Cuando lo peor es el final
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Muchas películas nos dejan mal sabor de boca por un pésimo final que convierte todo el metraje anterior en una mera anécdota. Entre el productor, el director y la estrella de turno un buen epílogo se puede convertir en una mala digestión. En muchos casos, la coherencia es lo de menos, lo importante es que la taquilla responda y, si hay que hipotecar un final coherente y realista, se hace y punto. Y final, claro.