lunes, 17 junio 2013, 18:16
Black Sabbath, ¿era necesario?
En la categoría: Lanzamientos
Es difícil saberlo. Lo cierto es que a mucha gente le gusta la vuelta de bandas míticas del pasado y Black Sabbath es una de ellas. Prueba de ello es que en el Reino Unido han conseguido hacer historia al alcanzar el número 1 de los álbumes más vendidos, algo que la banda de Birmingham no conseguía desde 43 años (desde el Paranoid de 1970). Este hito es todo un logro y un récord nunca antes registrado.
También es el primer disco de estudio de la banda desde 1998 y el primero en el que interviene el carismático Ozzy Osbourne 35 años después de que fuera apartado del grupo. Pero, éxitos y referencias numéricas al margen, lo cierto es que uno se pregunta si realmente merecía la pena este regreso. Aunque la crítica ha hablado mucho y bien de 13, la sensación que se le queda a uno tras darle varias vueltas a la placa es que la expectación y las ganas de nuevo material han sido superiores al resultado final.
No es un mal disco. Tiene muchos elementos que hicieron grandes a Black Sabbath, considerados los precursores del heavy metal, que se dice pronto. La oscuridad en sus letras, las referencias a Dios, la psicodelia y los solos de guitarra de Tony Iommi, amén de la voz de Osbourne, están ahí. Pero todas estas cualidades, aunque patentes, aparecen algo deterioradas. Hay que recordar que hablamos de la formación original: Ozzy, Iommi y el bajista Geezer Butler. Sólo falta el batería Bill Ward, que no quiso embarcarse en este proyecto por diferencias contractuales. Su puesto lo ocupa Brad Wilk (Rage Against The Machine, Audioslave).
Y ese deterioro es normal. La edad no perdona a nadie, ni siquiera a a esta banda, cuya supervivencia supone todo un misterio analizado incluso por científicos. Los años de excesos con las drogas no consiguieraon sin embargo tumar a este mastodonte psicodélico que se mantiene en pie aunque cada vez con pasos más cortos. La voz del príncipe de las tinieblas no es la misma, como es obvio. Y la enfermedad de Iommi, que hace no mucho anunció que sufría un linfoma, tampoco ayuda. Pero también hay que reconocer que lo que han creado es algo que, por mucho que pagaran, no conseguirían hacer muchas bandas de hoy en día.
Y gran parte de culpa la tiene Rick Rubin. El reputado productor ha exprimido al máximo estas frutas maduras para dar el jugo que todavía beben millones de fans en todo el mundo. El sonido está mucho más depurado que las primeras cuatro obras maestras que brillan en su discografía. Se ha querido modernizar un poco el envoltorio pero sin olvidar la esencia de Black Sabbath. No obstante, cuando uno escucha 13 se da cuenta de que hay mucho de linealidad en sus temas.
End of the Beginning arranca el disco aunque, tal vez, una canción más cañera habría sido mejor para acabar con tantos años de espera. God is Dead? es la continuación y primer single del disco, un tema de caso 9 minutos que se hace algo largo. Tal vez porque la audiencia está ahora más predispuesta a ir al grano y no dar tanto rodeo. En esta canción, Black Sabbath se vuelven a topar con la iglesia. Loner es, quizás, la más animada del album con los carismáticos riffs de guitarra marca de la casa.
Con Zeitgeist bajan las revoluciones para después volver a subirlas con Age of Reason. La tónica sigue igual con Live Forever y con Damaged Soul llegamos a uno de los mejores temas del disco. La psicodelia en sus guitarras nos transportan, aunque con cierta timidez, a finales de los 60, principios de los 70. Dear Father cierra el album y nos deja la sensación de haber escuchado una buen disco de heavy metal, muy pesado y con oscuridad en sus letras, pero que nos devuelve a la misma pregunta: ¿Era necesario? Si, a pesar de que los murciélagos ya no formen parte de la dieta de Ozzy...
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