sábado, 7 mayo 2016, 23:37
Sunset Sons traen su fiesta a Madrid
En la categoría: En directo
(FOTO: @ShirleyRocks10)
Hay conciertos a los que acudes pensando que habrá poca gente (y más aún si coincide en fecha con Muse) y que la que habrá apenas se sabrá un par de canciones. Esa era mi idea cuando acudí ayer a la sala Moby Dick a ver en directo a Sunset Sons. Pues nada más lejos de la realidad...
Ayer me sobrepasaron todas esas expectativas, incluso antes de entrar, cuando me topé de frente con una larga cola para entrar a la sala, algo que pocas, muy pocas, veces había visto en un concierto en la mítica sala madrileña. La sorpresa continuó una vez dentro cuando vi un recinto casi lleno hasta la bandera y culminó cuando vi que una gran mayoría de los asistentes se sabían buena parte de las canciones de Very Rarely Say Die, el debut de la banda anglo-australiana que salió a la venta el pasado 1 de abril.
Y no fui el único que alucinaba con lo que estaba viendo. El cantante, Rory Williams, no salía de su asombro tras deleitarnos con un sensacional arranque de velada al son de Tick Tock. Luego sonaron Know My Name y Medicine y el tiempo de los saludos, aunque el público ya los había recibido de forma apoteósica desde el primer acorde. De locos. Se notaba que había muchas ganas de verlos en directo y qué mejor que en Moby Dick, donde el sonido siempre roza la perfección.
Después de She Wants, el vocalista reconoció estar abrumado por la tremenda acogida del público madrileño y nos invitó a darlo todo en el que fue el último concierto de su extensa gira. Una noche mágica gracias también a sus temas estrellas, Somwhere Maybe ("Es mi canción favorita", dijo Williams, que la terminó con una bandera española donde se podía leer el nombre del grupo), Lost Company (que sonó sensacional) o Remember, con la que se despidieron durante unos segundos.
Volvieron con I Can't Wait, el tema más pausado que sonó en toda la noche y que se fundió bien con Bring The Bright Lights, y cerraron con la aclamada On The Road, donde el público echó el resto y el cantante, contagiado por tanto éxtasis, decidió cantarla durante subido a la barra del bar. Un cierre espectacular para una noche redonda y que a más de uno nos dejó la impresión de que la próxima vez que vengan a Madrid no tendremos la suerte de verlos tan de cerca sino en un gran recinto.
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